La autora escribe una última página:

“El editor me observa con severidad por encima de las gafas:

– ¿De qué trata su libro?

– Señor- empiezo mientras me transpiran las manos, sosteniendo dificultosamente la merada insobornable del editor.

– Este libro trata de la Historia, que es como decir de la vida. De la vida allá por el siglo XIV, cuando Pedro I de Castilla, el Cruel, más visionario que sus enemigos pero no por ello menos injusto, se aligeró del lastre feudal de los Señores aliándose con las joven burguesía. En realidad, señor, este libro de historia es una novela- aventuro y lo semblateo para ver cómo encaja el golpe. -¿ No tiene nada en contra?- Menea la cabeza. -Esta novela- continúo entonces con desparpajo, -trata de las guerras, las intrigas, las traiciones, los amores y los gozos de los hombres y mujeres que seguían a Pedro y a sus medio hermanos y adversarios, los bastardos Tratámara. Trata de mi antepasado, Fenán Pérez de Andrade, O Bóo, que pretende preservar la imparcialidad pero es arrastrado por el vendaval de la acción. Y trata muy particularmente de Pero López de Ayala, el cronista contemporáneo de los hechos, historiador riguroso, seguidor de Tucídides, crítico con los que considera devaneos e inconsecuencias de mi enfoque, despreciativo de un género que desconoce. No obstante, su severidad oculta un ánima compasiva que, so pretexto de vigilar el rigor de la redacción, más de una noche supo acompañar mi soledad y la del gato Catulo ante la pantalla del ordenador. El editor se esfuerza por ocultar la sonrisa que pugna en sus labios. No pronuncia una palabra, deja de mirarme, se enfrasca en el original.”